Una localidad
inglesa sufre una oleada de ataques de aves marinas en busca de comida
Guillermo Altares St
Ives
ELPAIS.COM
Los títulos de la prensa de Cornualles no podían ser
este verano menos tranquilizadores: "St Ives bajo asedio por las
gaviotas", "¿Puede un láser ser la respuesta a los problemas con las
gaviotas en Cornualles?", "Los pájaros furiosos se lanzan sobre
Penzance", "Los negocios del puerto de St Ives contemplan ataques
cada día", "Las gaviotas ganan la guerra en la playa de St
Ives", "Amenaza en el mar: cómo evitar los ataques de gaviotas",
"Llamamientos para acabar con el reino de terror de las gaviotas".
Como escribió un periodista de The Daily Telegraph, los habitantes de
este puerto inglés se han encontrado con que Los pájaros, de Alfred Hitchcock, es un
documental.
Aunque ocurren incidentes en toda la
costa de Cornualles, la región situada en el extremo occidental de Inglaterra,
los mayores problemas con las aves marinas se han concentrado en esta ciudad,
mezcla de puerto pesquero, localidad turística y lugar de enorme tradición
artística —la Tate Gallery tiene una sede ahí porque ha sido un polo de
atracción para pintores desde el siglo XIX—. El problema es simple desde el
punto de vista de la naturaleza: las gaviotas se han acostumbrado a la comida
fácil que traen los turistas y son animales que se vuelven agresivos durante el
periodo de cría, al final de la primavera y durante el verano. Pero resulta muy
difícil de resolver, porque la ley británica protege todos los tipos de aves
salvajes.
El graznido de las gaviotas es un sonido
constante y omnipresente en todo el casco histórico de la ciudad. El puerto
está lleno de restaurantes, mucha gente come en la calle, los niños se pasean
por la playa con helados en la mano... Y las gaviotas hacen su agosto. La
artista Lynda Charlton relató
al periódico The Cornishman como fue literalmente asaltada por pájaros
asalvajados cuando trataba de comer un sandwich. Resultó herida en la mano y en
el labio. "No fue un ataque normal de una gaviota hambrienta. Parecían
organizadas y trabajaban en equipo. Fue terrorífico", aseguró en un
reportaje que ocupaba la primera plana del diario local. "Son una
auténtica pesadilla", relataba al mismo diario una camarera que llevaba 20
años trabajando en un café del puerto.
St Ives, que cuenta con 10.000
habitantes permanentes aunque puede llegar a recibir hasta 50.000 visitantes al
día en verano, lleva años tratando de combatir la plaga, que está comenzando a
extenderse a otras ciudades de la zona, como Penzance. Por lo pronto ha llenado
de carteles la ciudad pidiendo a los visitantes que no den de comer a las
gaviotas e incluso convocó un concurso infantil de dibujos sobre el tema, que
adornan gran parte de sus tiendas. "Nunca hay que dar de comer a las
gaviotas, ni por descuido ni voluntariamente, porque refuerza su sentimiento de
que los humanos somos una fuente de alimento fácil y reduce su miedo
natural", explicó a la BBC el investigador Tony
Whitehead, de la RSPB (Real Sociedad
para la Protección de los Pájaros).
Louise Dowe, secretaria del Ayuntamiento de St Ives, explica por
correo electrónico todas las medidas antigaviotas que han intentado poner en
marcha, hasta ahora con poco éxito. "Intentamos ahuyentarlas con llamadas
de peligro grabadas, pero enseguida se dieron cuenta de que no había ninguno.
Hemos utilizado la cetrería, pero tampoco funcionó. Hemos pinchado huevos de
los nidos para tratar de reducir la población, pero ponen rápidamente otro. El
problema va a peor cada año, porque las gaviotas se toman cada vez más
confianzas y aprenden más trucos para robar comida".
Foto: Dos mujeres asediadas por
gaviotas, en el puerto de St Ives. / simon burt (alamy)
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/09/04/actualidad/1409844578_327998.html
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