Un avión desapareció en Argentina en 1972 y otro
frente a Brasil en 2009
ELPAÍS
Militares
brasileños recuperan una parte del fuselaje del avión de Air France accidentado
sobre aguas del Atlántico en 2009. / AP
En la
historia de la aviación solo existen dos casos de desapariciones de aeronaves
comerciales parecidos al del MH370. El primero es el de una aeronave
que transportaba a 45 personas, incluidos los miembros de un equipo de rugby, y
que sirvió de argumento a la película y el libro ¡Viven!. Aquel
accidente ocurrió el 13 de octubre de 1972 en la cordillera de Los Andes, en
Argentina. El caso más reciente es el del vuelo AF447 de Air France,
que el 1 de junio de 2009 se estrelló en el Atlántico cuando cubría la ruta Río
de Janeiro-París. A esta lista se suma ahora el aparato Boeing 777-200 de la
compañía Malaysia Airlines que volaba entre Kuala Lumpur y Pekín.
Luis Lacasa,
decano del Colegio Oficial de Pilotos de la Aviación Comercial (Copac)
de España, recalca que en el caso de Los Andes la tecnología no permitía que el
avión contara con medidas de localización como las del Airbus 330 (Air France)
y del Boeing 777-200 (Malaysia Airlines). De hecho, la aeronave uruguaya se
encontró gracias a que dos supervivientes lograron dar aviso.
En el
accidente de Los Andes, el avión era un Fairchild Hiller 227 de la Fuerza Aérea
Uruguaya. Partió del aeropuerto internacional de Montevideo con destino a
Santiago de Chile, pero se estrelló en la nevada montaña argentina. Viajaban 40
pasajeros y cinco tripulantes. La búsqueda se prolongó durante ocho días sin éxito
y acabó por suspenderse.
Transcurridos
72 días del siniestro, gracias a la alerta que dieron dos supervivientes que
caminaron casi diez días por la montaña, el mundo supo que 16 personas se
habían salvado en el accidente. Sobrevivieron alimentándosecon los restos de
los muertos y afrontaron un frío extremo más de dos meses.
En el caso
de Air France, los primeros restos del avión fueron avistados dos días después
del siniestro a unos 650 kilómetros del archipiélago de Fernando de Noronha, al
noreste de Brasil. Sin embargo, una de las cajas negras y parte del fuselaje no
fueron recuperados hasta casi dos años después del accidente.
El 1 de
junio de 2009, el Airbus 330 despegó a las siete de la tarde de Río de Janeiro
(medianoche en España), con 228 personas a bordo. Tres horas y media más tarde
se comunicó por última vez con Brasil. El comandante avisó de que entraban en
una zona de turbulencias. No dijo nada más. Después, el avión emitió señales
automáticas que informaban de diversas averías, entre las que se contaba un
fallo eléctrico general. Desapareció en plena tormenta sobre el océano
Atlántico.
El informe
final de la Oficina de Investigación y Análisis (BEA) —organismo estatal
francés encargado de la seguridad aérea—, difundido en 2012, concluyó que la catástrofe se debió a una combinación de fallos técnicos
y humanos.
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